Tema 4.1 Antecedentes y orígenes del turismo
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Tema 4.1 Antecedentes y orígenes del turismo

Definición de turismo

A lo largo de los años, diferentes científicos han tratado de definir al turismo, cada uno desde su experiencia y puntos de vista. Así, podemos señalar que:

  • El turismo implica desplazamiento de un lugar habitual de residencia a otro distinto que no lo es.
  • El turismo se manifiesta como inclinación del sujeto, a veces de carácter vacacional o simplemente de carácter cultural, recreativo, etcétera.
  • El turismo proporciona en la mayoría de las ocasiones una satisfacción, puesto que el fin básico es la recreación.

 
Algunos expertos establecen una definición, en principio universal, que en la actualidad es la aceptada por la Asociación Internacional de Expertos Científicos del Turismo (AIEST):

"Turismo es el conjunto de las relaciones y fenómenos producidos por el desplazamiento y permanencia de personas fuera de su lugar habitual de residencia, en tanto que dichos desplazamientos y permanencia no estén motivados por una actividad lucrativa principal permanente o temporal".

En esta definición se destacan varios puntos de singular interés e importancia:

  • El turismo resulta ser un conjunto de relaciones y fenómenos.
  • Se exige el desplazamiento de su residencia habitual.
  • No puede darse en el desplazamiento la existencia de una actividad lucrativa principal con carácter permanentemente o temporal.

En la Carta de la ONU es considerado como uno de los inalienables derechos del hombre. Como reafirmación, en 1963 la Conferencia de la ONU sobre turismo, de Roma, reiteró este derecho cuando afirmó que “como se dice en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, toda persona tiene derecho a la libertad de ir y venir”.

Antecedentes del turismo

En el 776 a.C. se celebraron los primeros Juegos Olímpicos que consistían en competiciones atléticas en honor a los dioses del Olimpo, ofreciendo sus prestaciones artísticas y atléticas como obsequio. Muchas veces también se realizaban sacrificios y rezos en honor a algún dios en específico. Aunque de menos renombre también se celebraban los festivales Pitios, los Ismios y los Nemeos. Estas celebraciones movilizaban a un gran número de personas que, por supuesto, necesitaba de transporte y calzadas para desplazarse. El sistema de pavimentación era muy parecido al de los persas y normalmente viajaban a pie o en burro.

Grecia contaba con una red de hoteles que tan sólo ofrecían una cama para pasar la noche. No contaban con comedores ni baños, aunque en cada ciudad se construían unos baños públicos abiertos a todo el mundo donde los turistas debían llevar su propia toalla. Se quitaban la ropa y la guardaban en unas taquillas especiales para que nadie se la robara, seguidamente un empleado se encargaba de echarles jarras de agua fría y caliente.

Eran muy comunes las peregrinaciones a los distintos templos de Grecia y a los oráculos, el más importante quizá sea el de Apolo en Delfos y entre los santuarios más visitados destaca el de Esculapio, dios de la medicina. Las tierras griegas también ofrecían baños medicinales, resorts a la orilla del mar, festivales de teatro y la oportunidad de ver monumentos como la Acrópolis de Atenas, que a partir del siglo V a.C. se convirtió en uno de los sitos más visitados del mundo antiguo.

Los griegos también se preocuparon por visitar otros países, como por ejemplo Egipto. En la mayoría de los casos estas visitas eran por asuntos militares o de comercio, aunque se sabe que las pirámides llegaron a atraer a muchos “turistas”.

Como dato curioso: ya en la antigua Grecia existían los predecesores de los actuales consulados. Se llamaban proxenos y acogían a los extranjeros que, al estar privados de todo tipo de derecho por su condición de no ciudadanos, se veían en problemas a la hora de encontrar transporte para volver a su ciudad o país, que necesitaban hospedaje, o incluso algún préstamo para poder continuar con su viaje. Muchas veces los “cónsules” arreglaban con mercaderes pasajes en barco donde los “turistas” podían llevar sus propios sirvientes, ofreciéndoles comida y bebida.

El pueblo romano fue el primero en realizar lo que hoy en día entendemos por turismo, es decir, un viaje (en la mayoría de los casos por placer) que incluía un desplazamiento pernoctando mínimo una noche y con menos de un año de duración a un lugar de destino, realizado, por supuesto, en tiempo libre y/o de ocio. Disponían de muchísimo tiempo libre, llegando a tener 200 días festivos al año (en el 345 d.C.), aunque casi siempre este turismo lo practicaban los nobles. Viajaban para ver los templos del Mediterráneo, las pirámides y monumentos de Egipto, asistir a las Olimpiadas de Grecia y los mercados de Asia Menor. En muchos casos contrataban guías locales y solían comprar papiros que explicaban cierta área y sus posibilidades de entrenamiento. También adquirían souvenirs y tenían tendencia a grabar su nombre en las piedras de los monumentos que visitaban, como una especie de grafiti “a la romana”.

Los viajes se realizaban básicamente por tres razones: por placer, por negocios o por salud. El turismo religioso y las peregrinaciones a los templos pasaron a formar parte de cualquier itinerario mínimamente culto, y dejaron de ser lugares de rezo para convertirse en monumentos dignos de visitar. Durante el reinado del emperador Caracalla se construyeron las famosas termas de Caracalla, unos baños públicos que contaban con salas de vapor (saunas), piscinas, salas de gimnasia, de reposo, de masaje, e incluso bibliotecas y jardines. A lo largo de todo el imperio se fueron construyendo otros complejos termales.

A los romanos también les gustaba la idea de pasar unos días de tranquilidad alejados de la ciudad y solían desplazarse a la costa de Campania, por la zona de Baias. Pasaban mucho tiempo disfrutando del buen clima, del agua medicinal de la playa y de sus aguas termales. En el golfo de Nápoles crearon residencias aptas para pasar unas vacaciones. Se crearon otras infraestructuras necesarias para el desarrollo del turismo, tales como posadas, restaurantes,  barcos de pasajeros, pues la demanda de viajes aumentó, sobre todo durante la Pax Romana. Era común entre los nobles la tendencia al agro-residencialismo, es decir, adquirir casas de campo y convertirlas en su segunda residencia. Los emperadores solían construirse villas como Villa Tívoli. Durante la época del imperio se construyeron numerosos circos e hipódromos con el propósito de entretener a los ciudadanos. Cada vez fueron más comunes los combates de gladiadores, los espectáculos donde intervenían leones y las carreras de cuádrigas. Era la táctica del “pan y circo” ideada por los emperadores romanos para mantener a la plebe interesada por los juegos y la comida, y no por los asuntos de Estado.

Destacan los viajes de Alejandro Magno y Heredoto, así como las obras clásicas La Eneida y La Odisea por sus referencias al paisaje, las culturas de la época y las características de los viajes realizados. La caída del imperio romano en  476 d.C. supuso el fin de casi 13 siglos de cultura, unidad y turismo europeo. La decadencia en la que el imperio se había sumido en el último siglo (IV d.C.) terminó por dar paso a la era de los reinos germánicos en Europa, al Imperio Bizantino en Asia Menor y al islamismo en Arabia, el norte de África y la Península Ibérica.

Fue el imperio más próspero de la Alta Edad Media con una economía basada en el comercio a gran distancia heredado de los bizantinos. Los musulmanes eran propietarios de un enorme número de caravanas de camellos con las que transportaban las sedas, papel y esencias que vendían en las ciudades más importantes del imperio, como Córdoba y El Cairo.

Durante el siglo XII Europa experimenta un aumento demográfico, se hacen avances en la agricultura y en la técnica y las ciudades renacen de su letargo. Con el nacimiento de una pequeña burguesía, en su mayoría mercaderes y artesanos que han sido prósperos en sus negocios, comienza la desintegración de los feudos en los núcleos grandes de población, sobreviviendo éstos en el medio rural. El comercio poco a poco empieza a resurgir con dos focos principales de encuentro: Italia que sirve de puerto entre Europa y los imperios musulmán y bizantino, y el norte de Europa, que comercia con el mercado de lana inglés y el mercado ruso. Durante estos años nacen las primeras ferias, que atraen a una cantidad considerable de gente dispuesta a conocer los productos de otros países. Se movilizan tanto mercaderes como nobles ansiosos de adquirir nuevos productos. Es el resurgir del “turismo comercial”. Los más ricos no necesitaban de hospedajes, sino que cargaban con sus propias tiendas de campaña, sirvientes, comida, ropas y otros. Los burgueses se veían obligados a utilizar los sucios y descuidados hospedajes que se empezaron a crear a lo largo de las rutas comerciales más viajadas. Ofrecían cama para la noche, muchas veces compartida por varios huéspedes. Y algunas veces comida. Carecían de aseos públicos o privados.

A pesar de que las condiciones de las calzadas y de hoteles que dejaban mucho que desear, la gente empezó a viajar a sitios de interés religioso. En el año 813 se descubrió la tumba del apóstol Santiago en Compostela y años más tarde se popularizaría el Camino de Santiago. En 1140 Aymeric Picaud escribió la Guía Turística de Santiago, en la cual describe las jornadas, las tierras, las gentes y las ciudades. Asimismo, Geoffrey Chaucer escribió los Cuentos de Canterbury, ambientados en un viaje que unos peregrinos realizaron en abril de 1387 al santuario de Santo Tomás de Beckett. La historia transcurre durante una noche antes de llegar a su destino en una posada de la época. Al parecer, estas posadas contaban con camas para todos, comida y bebida.

Otro síntoma de la religiosidad de la época que contribuyó al turismo fueron Las Cruzadas (movimiento armado para la defensa de los lugares santos de la cristiandad), órdenes militares para proteger, defender y ayudar  a los peregrinos y expulsar a los musulmanes de los santos lugares. Las peregrinaciones a Jerusalén para luchar por la Tierra Santa crearon la necesidad de construir hospedajes en los que albergar a tanta gente. En muchos casos a los nobles se les hospedaba en castillos y palacios, pero el resto de las clases sociales se veían obligadas a pedir la caridad de los monasterios. Viéndose éstos que no podían hospedar a los burgueses y que tampoco podían dejar de lado a los obres, acabaron por recomendar a los primeros que pasaran, que pasaran la noche en las tabernas y posadas de los pueblos, contribuyendo al resurgir de la hospedería. En 1282, en la ciudad de Florencia se creó el Gremio de los Hospedajes, una agrupación de empresarios de alojamientos, y en las rutas principales que llevaban a Venecia, lugar de donde salían las flotas con destino Jerusalén, se empezaron a construir fondas cada 15 o 20 kilómetros.

En el siglo XII se crearon las primeras universidades en Inglaterra, las de Oxford y Cambridge, que pronto siguieron multiplicándose por el resto de Europa (Salamanca, París, Bolonia, entre otras). Surgieron al formarse organizaciones de estudiantes y profesores que en la mayoría de los casos venían de distintos lugares de Europa. Tenía la universidad un espíritu internacional, pues la mayoría de los estudiantes viajaban desde distintos lugares de Europa para poder estudiar o enseñar. Entrado el siglo XIV, eruditos como Boccacio, Dante y Petrarca poblaron las universidades de humanismo, la base del Renacimiento.

Concluimos, pues, que las peregrinaciones marcaron el turismo de esta época, que vivió el resurgir de los viajes por otros motivos que los de trabajo. La gente comenzó a movilizarse para asistir a las fiestas de los pueblos cercanos 3 o 4 veces al año, las ferias atraían cada vez a más gente y, consecuentemente, se ampliaron las rutas y los hospedajes.

Destacan los viajes de Marco Polo, el primer turista. Era un viajero y escritor veneciano. A los 16 años viajó con su padre y con su tío, ambos mercaderes, y los tres emprendieron un viaje a China, pasando por acre, actual Israel, por Ormuz, entrando en el Golfo Pérsico, pasando por muchos lugares de la Ruta de la Seda y del Asia antigua. Estando en la cárcel, relató a su compañero de prisión el libro más famoso de la historia, Los Viajes de Marco Polo, en los que relata sus viajes por países como Japón, Java, Ceilán (actual Sri Lanka), Tíbet, India y Birmania, entre otros.

Los viajes a gran escala seguían siendo exclusivamente privilegio de los nobles. Casi todos los desplazamientos eran por cuestiones de Estado y, en numerosas ocasiones, éstos incluían disfrutar del folklore y la gente del lugar. Venecia se convirtió en un favorito entre los nobles por sus Carnavales, los canales y sus cortesanas, mientras que Londres era el lugar favorito para disfrutar de mercadillos y funciones teatrales. Las peregrinaciones a Santiago de Compostela y Canterbury incluían tanto a ricos como a pobres, cada vez siendo más visitados monasterios e iglesias que poseían reliquias de algún santo. Es en el siglo XVI cuando aparece por primera vez el nombre de hotel para designar a los hospedajes. Viene del francés y se refería a los palacios urbanos, normalmente utilizados para hospedar a los séquitos que acompañaban a los reyes en sus viajes por Europa, aunque fue comúnmente adoptado por los dueños de hospedajes al comenzar a construirse casas destinadas al alojamiento de personas que iban de viaje y necesitaban una noche de descanso, o para aquellos que se hospedaban por un intervalo más largo de tiempo.

En 1605 se construye en Inglaterra la primera cochera o carroza, más ligera que los carros medievales, que revolucionaría el transporte, pues ahora se podía viajar en menos tiempo de la ciudad a la casa de campo, como era normal entre la aristocracia, o viajar de Manchester a Londres para realizar una visita a los parientes. El transporte marítimo también mejoró mucho, aunque las condiciones de viaje eran tan poco agradables (poco espacio, inseguridad por las mareas, largos viajes, riesgo de perder la propia vida, poca comida), que los barcos se destinaban más a fines militares y a exploraciones que a fines turísticos.

A mediados del siglo XVII los hijos de los nobles, burguesía y comerciantes ingleses debían complementar sus estudios realizando un viaje por las ciudades mas representativas de Europa. Es el conocidísimo antecesor del turismo de élite: el Grand Tour. Duraba entre seis meses y tres años e incluía casi siempre una obligada parada en Italia, que sorprendentemente era el país peor comunicado de Europa y con las posadas menos desarrolladas, pero el más atractivo de la época. Francia era el segundo país más visitado. En 1687 John Gailhard en su libro Complete Gentlemen (Un caballero completo) describió el siguiente itinerario como posible: Francia-París, Italia-Génova, Milán, Roma y Venecia, a la vuelta pasando por Suiza, Alemania y los Países Bajos.

Las narraciones sobre los viajes se hicieron muy populares entrado el siglo XVIII, sobre todo con los poetas románticos y, gracias a ellos, en los rincones de Europa surgió el interés y el deseo de conocer otros lugares. Con el invento de la máquina de vapor, en 1765, por James Watt y con el ferrocarril de George Stephenson, en 1825, el turismo daría un paso gigante en su evolución y entraríamos en una nueva era.
        
Aunque el concepto moderno de la palabra turismo surge a finales del siglo XVIII en Inglaterra con el “gran tour” que lleva a cabo la nobleza y la incipiente clase burguesa fruto de la Revolución Industrial, podemos apreciar desde la antigüedad hasta los siglos XVIII y XIX una serie de hechos que se pueden catalogar, salvando las distancias, de actividad turística y viajera.

En la historia de la humanidad encontramos una muestra continua de viajes, viajeros y organizadores de viajes, pero el concepto de “viaje” tenía matices distintos en otras épocas. En primer lugar, el viaje no se “disfrutaba” sino que se “sufría”, ya que las condiciones en que se realizaban eran incómodas, difíciles e inseguras. En segundo lugar, no era un fin en sí mismo, sino simplemente un medio para llegar al destino. En tercer lugar, los desplazamientos estaban restringidos a una minoría, viviendo y muriendo la mayor parte de la población sin haber abandonado su entorno más inmediato.

Gran parte de las causas que desplazaban a los viajeros de otras épocas perduran hasta nuestros días. En los orígenes de la humanidad el viaje estuvo unido al comercio, a la búsqueda de bienes para la subsistencia, a la necesidad de mejorar las condiciones de vida, a los deseos políticos de expansión territorial, y a los deseos de descanso y salud que movían a las clases privilegiadas a los centros termales.

El viaje de instrucción y de placer no aparecerá hasta finales de la Edad Media, en el momento del Renacimiento italiano con Maquiavelo, Brunetto, Latini, Petrarca, Fortunato. A partir de aquí, con la entrada en la Edad Moderna, es cuando se comienzan a emprender viajes por razones distintas de las que motivaban a los peregrinos. Las grandes expediciones marítimas realizadas desde finales del siglo XIV hasta el siglo XVI fueron las que ampliaron el horizonte de la época y las que despertaron la curiosidad por conocer otros pueblos y lugares, que dio origen a una nueva era en la historia de los viajes.

En el periodo del siglo XVI al XIX se establecen las bases del turismo moderno. Durante este periodo tiene su origen el denominado “gran tour”, del que posteriormente se derivará el término “turismo”, y es en esa época cuando se comienzan a desarrollar los centros vacacionales, muchos de los cuales perduran.

En el siglo XVII se comienza recomendar, a los jóvenes de la nobleza y de la clase media inglesa, viajar al continente con el fin de complementar sus conocimientos y ganar, de este modo, experiencia personal.

Mientras los jóvenes realizaban estos grandes viajes, impulsados fundamentalmente por motivos educacionales, a finales del siglo XVII se comenzaba a despertar un gran interés por los baños termales, cuyas propiedades curativas se conocían ya desde los tiempos del Imperio Romano, prolongándose hasta el siglo XIX, cuando vuelve a tener un gran auge.

En la primera mitad del siglo XVIII, Bath y muchos otros centros termales contaban con una buena actividad social y atraían a la gente más importante de la época.

A finales del siglo XVIII ya se había comenzado a manifestar un cambio en las preferencias, como consecuencia de un incremento en la popularidad que iban tomando los baños de mar. A mediados de este siglo se publica una tesis sobre el uso del agua de mar y esto generaliza una nueva moda de viajes, la cual ha perdurado hasta hoy.

Desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta comienzos del XIX se produce un importante salto cualitativo en la evolución del turismo. La transformación económica y social ocurrida como consecuencia de la Revolución Industrial comenzada en Inglaterra y el consiguiente surgimiento  de una clase media que se fue agrandando y enriqueciendo, con nuevos gustos y necesidades, especialmente a lo que se refiere a vacaciones favorecidas; además, ocurrieron rápidas mejoras en los transportes y esto provocó el aumento del número de personas que viajaban por placer; aparejado a esto nacen las agencias de viajes con Thomas Cook, a quien se le reconoce como el primer agente de viajes profesional dedicado de tiempo completo a esta actividad.

A principios del siglo XIX los balnearios y las playas eran los destinos turíticos por excelencia. Aconsejados por los doctores, aristócratas y burgueses emprendían viajes a balnearios, como el de Spa en Bélgica o como Vichy en Francia, para curarse de sus enfermedades, pues las aguas termales o las frías playas del Norte de Europa y del Canal de la Mancha eran muy buenas para la circulación y para las enfermedades de la piel. Los destinos de alta montaña, especialmente en Suiza y Austria, se hicieron muy famosos por las cualidades curativas que el aire puro tenía contra enfermedades como la tuberculosis. En estos balnearios y sanatorios se crearon diferentes entretenimientos y diversiones para los pacientes. Pasados unos años y habiéndose  hecho famosos estos lugares, su clientela dejó de ser estrictamente pacientes para convertirse en centros de reuniones sociales y, en general, turísticos.

Con la entrada del siglo XX el destino turístico cambiaría por las cálidas aguas del Mediterráneo, que además ofrecía otros atractivos, como los tranquilos paseos por la orilla del mar sin pasar frío y sus benignas temperaturas. Al descubrirse los antibióticos y la penicilina, la gente ya no tenía necesidad de recurrir a balnearios o playas para curarse.

Se produce, por lo tanto, un auge en los alojamientos con la nueva necesidad de dar cama, comida y otros servicios a los nuevos turistas. Se desarrollan los hoteles de lujo de la mano de César Ritz, quien nació en Suiza en 1850 y trabajó desde muy temprana edad en distintos establecimientos hoteleros a lo largo de Europa. Es considerado el padre de la moderna hostelería. Desde su puesto en el Gran Hotel Nacional de Lucerna, Ritz mejoró los servicios al cliente, modernizó las instalaciones y creó un nuevo concepto de administración y servicio hotelero. En Estados Unidos se crean las primeras tabernas en las estaciones de trenes para albergar a los viajeros que cruzaban de este a oeste o de norte a sur el país.

El padre de las agencias de viajes, Thomas Cook, revolucionó el concepto de viaje. En 1841 organizó en Inglaterra la primera excursión programada de la cual se tiene constancia, llevando a unas 500 personas desde Leicester hasta Loughborough, Inglaterra, cobrando un chelín por persona. También fue la primera excursión anunciada en tren. Enseguida fue copiada su idea por todo el mundo y mientras su compañía crecía rápido, organizando tours por todo el continente Europeo, llegando más tarde al continente americano.

Entre otros hombres que ayudaron a modelar el sector turístico del que disfrutamos hoy en día, destaca: Henry Wells, estadounidense que constituyó junto a William Fargo la empresa American Express, inicialmente vinculada al transporte de mercancías y que más tarde se convirtió en una agencia de viajes y en una de las mayores entidades de emisión y financiación de cheques de viaje y tarjetas de crédito.

La Primera Guerra Mundial paralizó las actividades turísticas que no tuvieron tiempo de recuperarse del todo hasta después de la Segunda Guerra Mundial, puesto que en 1929 se produjo el Gran Crack en la bolsa de Wall Street, Nueva York, que afectó en tan sólo unos días a toda Europa. Sin embargo, en 1925, con la creación de la Sociedad de Naciones, aparecieron lo primeros organismos oficiales de turismo: UIOOT (Unión Internacional de Organismos Oficiales de Turismo) y AUT (Alianza Internacional de Turismo).

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial el mundo entero se encontraba en un estado penoso. Se contaron unos 10 millones de muertos y muchos más heridos; las pérdidas materiales eran incalculables. Sin embargo, en los años cincuenta casi todo el mundo se hallaba ya en estado de paz y de tranquilidad, pero ¿a qué se debe esto? Afortunadamente, la pronta reacción de las potencias y la creación de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) marcaron el comienzo de la colaboración mundial. Con la Delegación Universal de los Derechos Humanos todo el mundo desarrollado y, se supone, el subdesarrollado se hacían iguales.

En 1950 comenzó el boom turístico, caracterizado por el turismo de masas. En estos años el turismo mundial crece rápidamente. Éstas son algunas de las causas más importantes:

  • El orden internacional y la paz mundial facilitaron la regulación del transporte aéreo.
  • La creación de la Organización Mundial del Turismo (OMT) y de la Organización Nacional de Turismo (ONT).
  • El surgimiento de una nueva cultura del ocio en el mundo occidental, que proporcionó los desplazamientos.
  • La rápida recuperación económica de los países occidentales y de Japón, así como la consolidación de la clase media.
  • Las mejoras en las infraestructuras y en los medios de transporte públicos con la construcción de autopistas y el abaratamiento de los automóviles.
  • La mejora en las condiciones de trabajo con la jornada laboral de 40 horas y el mes de vacaciones al año que dieron paso al turismo social y al turismo de masa.
  • Las nuevas técnicas publicitarias y de marketing.

También en esta época la estandarización del producto  turístico es llevado a cabo por los tour-operadores.

Los destinos principales eran las ciudades de Europa con el encanto de civilizaciones pasadas, como Roma, y las de aire cosmopolita, como Londres y París. Casi todo el turismo mundial lo realizaban los europeos dentro de Europa, y el resto era dominio de Estados Unidos, que también solía escoger como destino, a parte de interior, las Islas Hawai, el Caribe y Canadá. El destino turístico por excelencia de los Estados Unidos hasta 1959, y aún todavía, fue Cuba. Al tomar Castro la isla en la Revolución de 1959 se produjo la rotura entre los dos países y Cuba dejó de ser un destino turístico para su país vecino a causa de su régimen comunista. A partir de los años ochenta Cuba sería el destino principal de los españoles.

En 1973 el reciente turismo de masas se derrumba a causa de la crisis energética o del petróleo, que produjo una profunda inflación de la que no se recuperaría hasta finales de los setenta. Sin embargo, los avances tecnológicos no paran y se introducen los vuelos charter, la gran competencia de las líneas regulares, el Concorde y el Tupolev, y los trenes de alta velocidad, como el TGV.
Las llegadas de turistas crecen a una velocidad de vértigo, y en 1988 se movilizan 392 millones de personas, casi todos con un deseo de evasión y de pasarla bien sin hacer nada, encantados de contratar un paquete turístico y un servicio barato. El turismo de masas está pasando por su mejor época y los destinos preferidos son las costas, donde el turista puede, a la vez que relajarse en la playa, disfrutar por la noche de las actividades lúdica del lugar. La mayoría de estos desplazamientos ocurren en tres épocas del año: vacaciones de verano, vacaciones de navidad y en Semana Santa.

En 1992 se firma el Tratado de Maastrich, por el cual se introduce el concepto de ciudadanía europea y se prevé la libre circulación de personas, mercancías y capitales para el 1 de enero de 1993. Otro tratado, el de Schengen, elimina los controles fronterizos entre Portugal, España, Francia, Alemania, Bélgica, Holanda y Luxemburgs. Estos tratados son sumamente importantes para el turismo actual, pues permiten mucha más libertad entre los ciudadanos de la Comunidad Económica Europea (CEE), lo que significa una mayor afluencia de turistas, puesto que cada vez hay menos complicaciones.

El tipo de turismo que representa al mundo es un turismo de masas, que en gran parte de los casos es el trabajador de clase media y baja, pues suele ser más barato. La clase alta no suele elegir este tipo de turismo, sino uno de élite, como puede ser el turismo de invierno en los Alpes Suizos, o en complejos turísticos de lujo, como La Romana en República Dominicana o Marbella en España.

Entre los nuevos turismos destacan el turismo familiar, el ecoturismo, el turismo de aventura y el turismo rural.                   

Turismo en México

La importancia del turismo para la economía mexicana es indudable, sus beneficios no sólo se reflejan en ser una industria que genera empleos y es detonador del desarrollo regional, sino que además es factor de difusión de atractivos culturales y naturales.

México cuenta con una riqueza cultural, histórica y turística difícilmente superada por otros países. Tiene una posición geográfica privilegiada y dispone de una excelente infraestructura hotelera y de servicios. La variedad y calidad de los servicios con que cuentan sus hoteles, hacen del país uno de los mejores destinos turísticos del mundo.

Del Pacífico al Caribe, del desierto a la selva tropical, del altiplano a los volcanes nevados, México ofrece en su increíble variedad de luz, de color y de paisajes, una profunda unidad como nación que se adapta al progreso conservando con orgullosa dignidad las raíces de sus ancestrales culturas. Ningún otro país del "Nuevo Mundo" ofrece al turismo riquezas similares: gastronomía, playa, sitios arqueológicos grandiosos, historia, folklore y arte colonial.

Tres palabras definen la variedad turística de México: hospitalidad, cultura y diversidad.

La promoción turística juega un papel importante para mantener y consolidar a México como una potencia turística mundial, al generar una mayor demanda para los destinos y atractivos del país.

La riqueza de las playas de México es sobradamente conocida. Playas paradisiacas que bordean toda la costa de México, como Cancún, Los Cabos,  Bahías de Huatulco, Acapulco, Puerto Vallarta, Cozumel o las playas de La Riviera Maya, ofrecen al viajero la posibilidad de practicar todo tipo de deportes acuáticos como pesca, buceo, vela, wind surfing, esquí acuático y muchos otros más. Los complejos turísticos son de primera calidad, y en ellos el viajero se sentirá como en un paraíso donde hacer realidad todos sus sueños.

Además de sus playas, otro de los atractivos turísticos de México es el conjunto de ciudades coloniales del interior, que permiten al viajero conocer el pasado histórico de este país. El Distrito Federal, Querétaro, San Miguel de Allende, Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas: son ciudades que engloban el verdadero carácter de México y que constituyen un auténtico vestigio de su historia económica, artística y cultural. Estados como Aguascalientes, Michoacán, Puebla, Oaxaca y el Centro Histórico de la Ciudad de México, son los protagonistas de lo que fue la Nueva España durante tres siglos de presencia española.

Conjuntamente con los tesoros coloniales y con la riqueza de sus playas, México cuenta con un importante patrimonio arqueológico como reclamo turístico internacional; en total, 150 zonas arqueológicas abiertas al público y  29 mil sitios arqueológicos registrados. Es de admirar la magnificencia de las culturas Azteca y Zapoteca. La cultura Olmeca está considerada como la cultura madre por ser la más antigua de América Central y la cultura Maya es una de las culturas indígenas americanas más desarrolladas de la historia. En definitiva, son fragmentos de un pasado que adquieren vida en los múltiples sitios arqueológicos.

Actualmente, México cuenta con 26 sitios Patrimonio de la Humanidad  y Naturales inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial.

Con sus 159 Áreas Naturales Protegidas, sus inigualables paisajes, extensas costas, selvas, lagunas, cuevas, ríos, sierras... en las que viven cientos de especies de flora y fauna. Sus grandes recursos naturales y biodiversidad han hecho que México sea un destino idóneo para el turismo de naturaleza, un segmento que en las dos últimas décadas ha experimentado un crecimiento espectacular en todo el mundo.

De acuerdo con el libro Biodiversidad de México que asombra al mundo, México es el cuarto país más importante del mundo en cuanto a biodiversidad.

En México también se puede disfrutar de una oferta cultural y de recreo inigualable: parques temáticos (Xcaret o Xel-Há), zoológicos, museos, pueblos mágicos (Comala en Colima, Cuetzalan en Puebla, Dolores Hidalgo en Guanajuato, Taxco en Guerrero,  Huasca de Ocampo en Hidalgo, Izamal en Yucatán, Mezcaltitlán en Nayarit, Pátzcuaro en Michoacán, Real de Catorce en San Luis Potosí, San Miguel Allende en Guanajuato, Tapalpa en Jalisco, Tepotzotlán en el Estado de México, Taxco en Guerrero, Tepoztlán en Morelos, San Cristóbal de las Casas en Chiapas, Tequila en Jalisco y Tequisquiapan en Querétaro), haciendas coloniales, balnearios y spas de categoría internacional, etc. Además, este país es el destino favorito de los amantes del viaje en barco: alrededor de la mitad de los pasajeros de cruceros del mundo tienen su destino en México.

La Ciudad de México es un magnífico y enorme museo viviente en el que se exponen los 3,000 años de logros culturales de la humanidad. Está considerada como una de las grandes capitales del mundo. Su tamaño y grandeza son asombrosos. No sólo es la ciudad más antigua ininterrumpidamente habitada en el hemisferio occidental, sino que lleva sobre sus hombros el peso de ser la ciudad más grande del mundo.

Más allá de esta oferta, la mayor grandeza de México está en su gente, un pueblo que ha sabido progresar sin perder su carácter simpático y amable, que muestra con orgullo sus costumbres y tradiciones; cualidades siempre resaltadas por los visitantes a este maravilloso país, que convierte la hospitalidad innata de sus habitantes en uno de sus atractivos más valiosos.

Por todo esto y por mucho más, México se convierte en el punto de referencia para todos aquellos viajeros que busquen un destino completo, que les ofrezca diversidad cultural, historia, arte, playas, sol, deportes, y un sinfín de posibilidades a descubrir en un solo país: México, más  de lo que imaginas.

 

El turismo en México

México ha sido desde hace mucho tiempo un país receptor de visitantes extranjeros. De hecho, es el octavo país del mundo en captación de turistas internacionales y el catorceavo en captación de divisas. Con estas cifras, el turismo supone más de 8% del PIB mexicano, genera más de 1.8 millones de empleos remunerados y es una de las actividades que más divisas genera en la economía mexicana. Este sector se ha convertido en uno de los impulsores del desarrollo económico y social del país.

Organización del turismo en México

El organismo coordinador de la industria turística en México es la Secretaría de Turismo. En 1999 se aprobó la creación de esta entidad para diseñar y ejecutar las estrategias de promoción turística de México a nivel nacional e internacional. Nació así una empresa de participación estatal mayoritaria denominada Consejo de Promoción Turística de México (CPTM). Además, los estados cuentan con sus propias Secretarías de Turismo que, en muchas ocasiones, supervisan directamente las políticas de desarrollo turístico de sus áreas.

El CPTM cuenta con oficinas en los principales mercados emisores de turistas hacia México. Su objetivo es contribuir a promover los destinos turísticos mexicanos en estos mercados. Actualmente, México posee 18 oficinas en el exterior: Madrid, Londres, París, Roma y Frankfurt en Europa; Chicago, Houston, Los Ángeles, Miami, Nueva York y Washington en Estados Unidos; Toronto, Montreal y Vancouver en Canadá; Buenos Aires, Sao Paulo y Santiago de Chile en Latinoamérica,  Tokio en Japón y Pekín en China.

Las funciones de esta entidad son apoyar el diseño de planes, programas y estrategias de promoción turística; proporcionar información turística especializada a los turistas nacionales y extranjeros; suministrar bienes o servicios relacionados con su labor; obtener recursos complementarios, económicos, técnicos y materiales, para el desarrollo de su tarea; fomentar, con la participación de los sectores público y privado, todo tipo de actividades que promuevan los atractivos y servicios turísticos del país; suscribir convenios con las instituciones implicadas en el sector turístico de México, para la puesta en marcha de campañas de promoción turística; establecer acuerdos de cooperación turística con órganos gubernamentales y organizaciones internacionales con el propósito de promover el turismo mexicano, y elaborar informes y estudios de mercado relativos al cumplimiento de sus objetivos.

El organigrama del CPTM consta de cuatro instancias fundamentales: la Asamblea General, la Junta de Gobierno, los Comités Técnicos Especializados y la Dirección General.

La Dirección General del CPTM, coordina las tareas de tres departamentos: Administración, Promoción y Mercadotecnia.

Actividades del CPTM

El CPTM es una organización líder en promoción turística, cuyo objeto es inducir la participación y la suma de esfuerzos de los diversos actores de la actividad turística mexicana. Para ello, conjunta, potencia y multiplica los esfuerzos de promoción de los implicados en la actividad turística.

Su misión es la promoción integral y competitiva de México, sus productos y destinos, en los mercados nacional e internacional, a través del trabajo conjunto entre todos los actores del sector.

Las actividades fundamentales desarrolladas por el CPTM son aquéllas relacionadas con la inteligencia omercial, las relaciones públicas, la publicidad, el marketing directo y la promoción de venta.

El Consejo lleva a cabo las investigaciones de mercado necesarias para formular estrategias de promoción. A través de ellas identifica las características de los mercados emisores de turistas, analiza la competitividad de la oferta turística de México y sus oportunidades de mejora. Promueve la imagen turística de los destinos de México, apoyando las actividades de la industria y de los medios de comunicación. Elabora campañas de publicidad para comunicar los atractivos del país y estimular la demanda de sus destinos. Desarrolla acciones de información y venta directa al consumidor, tour-operadores, agencias de viajes, organizadores de congresos, convenciones y viajes de incentivo en los mercados emisores de turistas. Por último, establece políticas de promoción a la venta de viajes hacia los diversos destinos de México.

                                     Seis regiones turísticas

Conviene conocer más en profundidad México a través de sus seis regiones turísticas, cada una ofrece experiencias de viaje únicas.

Norte de México, vibrantes paisajes del desierto: Dilatadas planicies de clima árido atravesadas por dos cordilleras, la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre Oriental y en medio de ellas el gran Desierto Chihuahuense, son los signos distintivos de la geografía de este territorio. Habitado desde tiempo inmemorial por cazadores y recolectores: los arahumaras en Chihuahua, los yaquis en Sonora y los huicholes en Zacatecas. El Norte de México ha llamado la atención de misioneros y viajeros desde el siglo XVI a la fecha.

La arquitectura y la cerámica de la cultura de Paquimé sorprenden por su originalidad y calidad. Para constatarlo basta una visita a la zona arqueológica de Paquimé y al museo que ahí se encuentra. Otros lugares que distinguen a la región norte son la Reserva de la Biosfera de El Pinacate, las Barrancas del Cobre, famosas por sus grandes cascadas y microclimas, la sierra de Durango, la Reserva Natural de Cuatrociénegas en Coahuila, los pueblos mineros y agrícolas en el sur de Chihuahua, la ciudad de Álamos en Sonora, el fértil Valle del fuerte en Sinaloa y la ciudad de Zacatecas. Otro sitio que vale destacar es Monterrey, Nuevo León, una ciudad pujante y moderna y que define en cierta medida lo que es la cultura del norte.

Centro de México, mosaico del esplendor colonial: Un acercamiento a la porción central de México nos permite constatar la riqueza de un territorio que se extiende desde la Sierra Madre del Sur hasta el límite norte del altiplano en las huastecas, en el que existe una gran diversidad de climas y paisajes en función de la altura, la posición geográfica y la precipitación pluvial.

Escenario principal del México prehispánico, ya que en el corazón de esta región tuvo su asiento principal el Imperio Mexica, y fue precisamente aquí donde se libraron las batallas más importantes entre las tropas de los conquistadores y los pueblos indígenas.

Además, durante el siglo XVI tuvo lugar el más importante esfuerzo evangelizador, que no sólo cambiaría la fe, sino que construyó sobre los vestigios del pasado las ciudades y pueblos que integran la nueva geografía.

El desarrollo de la agricultura y la minería propició el crecimiento urbano, convirtiendo a esta región en una de las más ricas en arte y arquitectura colonial de México.

Golfo y sur de México, exuberante vegetación y selvas mágicas: Una característica especial de esta franja costera del Golfo de México que forman Tabasco y Veracruz  es la fertilidad de sus suelos, que todavía dejan ver muestras de lo que fueron selvas intrincadas y parajes siempre verdes. No menos interesante es que ahí tuvieron su asiento grandes civilizaciones, como la olmeca en la región costera y la maya en la accidentada geografía de Chiapas, además de culturas tan importantes como las de los huastecos y totonacas en Veracruz.

Escenario relevante en la historia de México y puerta de entrada del conquistador Hernán Cortés, la costa del Golfo sobrevive a muchas contiendas y hoy vive un gran desarrollo gracias a la existencia de un destacado centro industrial y, desde luego, como productor número uno de petróleo en México.

El paisaje y el colorido, los grupos étnicos, las fiestas, las tradiciones y la comida, entre otros elementos, forman un mosaico difícil de describir. Para el que lo visite será sorprendente ver en ese mismo territorio verdes montañas, el Pico de Orizaba, a 5,754 metros, la cumbre más alta de México y las tierras bajas de Veracruz, Tabasco y Chiapas, donde la temperatura obliga el uso de ropa ligera.

Península de Yucatán, imponentes zonas arqueológicas: Ya en el siglo XIX Yucatán alcanzaba fama mundial por sus tesoros arqueológicos y por la guerra de castas que se libró en la segunda mitad de ese siglo. Los hallazgos arqueológicos han sido acontecimientos de enorme importancia, y la mayoría de los turistas que vienen a México no pierden la oportunidad de visitar Chichén Itzá y Uxmal como referentes del desarrollo que alcanzaron los mayas en esta región. Pero en las tierras bajas de Yucatán, formadas por una placa de piedra caliza hay muchos otros atractivos, entre ellos los cenotes. Quintana Roo y sus  tibias playas de blanca y fina arena; Cancún es una prueba contundente de ello y una experiencia que muy pocos se quieren perder.

Para quienes gustan de seguir la huella de la época colonial encontrarán bellos ejemplos en Campeche y Mérida. Clima cálido, gente hospitalaria, gastronomía refinada y la alegría natural de sus pobladores identifican a esta región como un espacio al que todos desean llegar.

Costa del Pacífico, hermosas playas: No hay duda de que en la costa del Pacífico, desde Sinaloa hasta Oaxaca, la naturaleza ha sido generosa. Sinaloa ofrece la posibilidad de pernoctar en Mazatlán, que cuenta con servicios de gran turismo o de visitar los esteros donde se cultiva el camarón y se puede acampar en playas desiertas. Nayarit es ideal para quienes saben disfrutar del paisaje, de la vegetación y de las condiciones naturales. Colima posee un lugar excepcional; Manzanillo, dotado de bellas playas.

Jalisco es famoso por su Costa Alegre y Puerto Vallarta, donde encontrarás lugares reservados para el gran turismo y desde luego la ciudad de Guadalajara, que reúne modernidad, señorío y belleza.

Oaxaca, con su hermosa  costa, la majestuosidad de sus montañas y valles, en sus conventos una belleza tradicional y señorial en la ciudad capital, que destaca ampliamente esta región, una de las más visitadas en México por sus monumentos arqueológicos y coloniales, su folklore, su comida y la certeza de que se trata de un pueblo con una larga tradición histórica.

Península de Baja California, belleza natural de flora y fauna: Tuvo que pasar mucho tiempo para que la península de Baja California, que limita al norte con Estados Unidos, al oeste con el Océano Pacífico y al este con el Mar de Cortés, recientemente nombrado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO,  por fin apareciera en el mapa turístico de México y del mundo.

Un recorrido de norte a sur a través de sus 1,300 km de longitud nos llevará de sorpresa en sorpresa, en medio de un paisaje árido y clima seco. En la puerta fronteriza está Tijuana, centro turístico por excelencia que año con año recibe centenares de miles de visitantes; atraídos por las corridas de toros, carreras de galgos , espectáculos en el Centro Cultural Tijuana, el Museo de Cera, entre otros; a esto se agregan la playas de Rosarito  y sus acantilados, ideales para el buceo y la pesca, la excelente gastronomía de Puerto Nuevo y el puerto de Ensenada, que poco a poco se ha convertido en la capital cultural del estado de Baja California, con sus valles vinícolas y sus majestuosos parques nacionales.
Baja California Al sur tiene una larga historia: las pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco realizadas por cazadores y recolectores, las misiones jesuitas -como la de San Javier y Loreto -, el desarrollo turístico de Los Cabos, la ciudad de La Paz, punto ideal para iniciar una jornada de pesca, para la fantástica experiencia del avistamiento de la ballena gris  y para organizar recorridos en yate, lancha y kayak hacia la isla cercana del Espíritu Santo, que posee una de las playas más bellas de México.

Cifras de México

Extensión: 1'964,375 km2 (aproximadamente cuatro veces mayor que la superficie de España).

Población: 103'263,388habitantes (datos del II Conteo de Población y Vivienda 2005 del INEGI).

División oolítica: Un Distrito Federal y 31 estados (Aguascalientes, Baja California Norte, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Colima, Durango, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán y Zacatecas).

Capital: México Distrito Federal, llamada también Ciudad de México (8'720,916 habitantes, 8.4% del total del país).

Sistema político: República federal representativa y democrática que se rige por la Constitución del 5 de febrero de 1917.

El Poder Ejecutivo es ejercido por el presidente de la República, quine es elegido por un periodo de seis años sin posibilidad de reelección.

El Poder Legislativo reside en el Congreso General, compuesto por las Cámaras de Diputados y de Senadores. La primera está integrada por 500 diputados, 300 elegidos por votación mayoritaria y 200 por representación proporcional; la segunda la componen 128 representantes, tres por cada estado y otros dos por el Distrito Federal, más 32 senadores de representación proporcional. Ni diputados, ni senadores pueden ser elegidos en periodos consecutivos.

El Poder Judicial lo ejerce la Suprema Corte de Justicia de la Nación a través del Procurador General y los Jueces de Distrito.

Idioma: El español es el idioma oficial. También se hablan unas 50 lenguas y dialectos indígenas como náhuatl, maya y zapoteco. Estas lenguas se concentran en los estados de Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Yucatán y Puebla. El 7.2% de la población total de cinco años y más habla alguna lengua indígena.

Composición étnica: Alrededor de 60% de la población es mestiza (mezcla de indígenas y europeos). La población indígena suma aproximadamente 30%; el 10% restante está integrado por ciudadanos de origen caucásico.

La economía mexicana

Dentro de las economías emergentes de América Latina, México ocupa un lugar predominante, debido al espectacular desarrollo económico que ha experimentado en los últimos años, así como a los procesos de reforma económica e institucional llevados a cabo.

Pese a las crisis económicas de 1982, 1988 y 1994, la economía mexicana vive desde 1996 un proceso de recuperación, bajo un nuevo sistema basado en una menor intervención del gobierno en los mercados. Estas reformas han generado una renovación del apoyo extranjero que ha estimulado la inversión en varios sectores importantes.

Pero, sin duda, la clave para explicar el espectacular desarrollo económico mexicano es el Tratado de Libre Comercio, denominado NAFTA, que firmaron Estados Unidos, México y Canadá, para suprimir los aranceles de los productos y servicios que se intercambian estos países. Desde que este acuerdo entró en vigor, el 1 de enero de 1994, se ha producido un vuelco en el panorama económico mexicano. En pocos años, el NAFTA ha permitido un aumento sin precedente en los flujos de comercio e inversión entre estos tres países. México ha consolidado su posición como el segundo socio comercial de Estados Unidos y se ha convertido en el primer socio comercial de Canadá en América Latina.

Las cifras dan una idea de la influencia que el NAFTA ha tenido en la economía de México: en 1985, México exportaba 19,000 millones de dólares, mientras que en 2000 esta cifra se elevó a 151,039 millones de dólares. En este mismo año, su comercio total (exportaciones más importaciones) superó los 350,000 millones de dólares (siete veces el de Argentina).

Al mismo tiempo, la evolución de la economía mexicana se ha visto fuertemente vinculada a la de los indicadores de su vecino del norte: Estados Unidos, destino de 90% de las exportaciones de México.

Los inversores perciben a México como una de las economías emergentes más seguras, debido a la estabilidad de sus grandes cuentas y a sus vínculos con Estados Unidos.

Sectores y exportaciones: Actualmente, la economía de México está bastante diversificada y cuenta con sectores muy desarrollados como la minería, la industria manufacturera, el petróleo, la electrónica, los textiles y el turismo.

México exporta automóviles para el transporte de personas y de carga, piezas para maquinaria, maquinaria para el proceso de información, motores para automóviles, productos químicos y productos manufacturados de aluminio.

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