La morfología del suelo se refiere a los horizontes y las otras partes que componen al suelo, como las partes físicas, principalmente –como piedras, raíces, partículas del suelo, materia orgánica, etc.– clases de horizontes y los perfiles como unidades de funcionamiento edafológico.
Esencialmente existen dos tipos de horizontes: los principales (H, O, A, B, C, etc.) y los de diagnóstico, que caracterizan los tipos de suelos como úmbrico, mólico, ándico, etcétera.
Existe una nomenclatura ejemplo A p que indica cultivo, pero hay otras que también indica alteración B w (w es intemperismo) y para los de diagnóstico según se ubiquen en la parte superior o medio del perfil al que hacen referencia, como epipedon úmbrico, horizonte argílico, etcétera, respectivamente.
Son atributos observables ordinariamente descriptos a campo e incluyen: composición, forma, estructura de suelo, organización del suelo, color base del suelo y asuntos como moteados, distribución radicular, poros, evidencia de materiales traslocados como carbonatos, hierro, manganeso, carbono, arcilla, consistencia del suelo.
Clases de horizontes y los perfiles como unidades de funcionamiento edafológico
Esencialmente existen dos tipos de horizontes: los principales (H, O, A, B, C, etc.) y los de diagnóstico, que caracterizan los tipos de suelos como úmbrico, mólico, ándico, etcétera.
Existe una nomenclatura ejemplo A p que indica cultivo, pero hay otras que también indica alteración B w (w es intemperismo) y para los de diagnóstico según se ubiquen en la parte superior o medio del perfil al que hacen referencia, como epipedon úmbrico, horizonte argílico, etcétera, respectivamente.
Los suelos se diferencian de las rocas a nivel microscópico por la heterogeneidad que presentan. Esta heterogeneidad se pone de manifiesto en:
La heterogeneidad del suelo se manifiesta claramente al comparar los horizontes de un suelo evolucionado.